A los nipones se les enseña desde pequeños qué hacer ante las catástrofes naturales.
El terremoto ocurrido en Japón este viernes sorprendió a un centenar de jóvenes japoneses que se encuentran realizando cursos de español en la Universidad de Salamanca durante tres semanas.
Los jóvenes recibieron un mensaje de texto de los tutores que les acompañan en el viaje, alertándoles de la tragedia y pidiéndoles que se comunicaran por correo electrónico con sus hogares, en caso de que tuvieran familiares en la zona siniestrada. La mayoría reside en la zona central de Japón, en las localidades de Nagoya y Kioto, razón por la que se encontraban tranquilos y aliviados: sus familias viven a unos 600 u 800 kilómetros de la región de Tohoku, la más golpeada por el seísmo.
Sin embargo, tuvimos la oportunidad de conocer cómo se les prepara para hacer frente ante estas eventualidades que suelen producirse con mucha frecuencia en el país del Sol Naciente, una de las áreas más azotadas del planeta. Aparte de terremotos y tsunamis, Japón es blanco en verano de numerosos tifones que traen temporales de lluvia y ráfagas de viento. Cuando no sufre terremotos, debe padecer aluviones y anegamientos.
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Protocolo para casos de emergencia
El profesor Hirotaka Sensui, que acompaña al grupo, informó de que antes de salir de Japón, la universidad prepara un detallado protocolo ante casos de emergencia. Los profesores llevan consigo teléfonos de contacto, correos electrónicos y todo tipo de información útil, la cual es compartida por las autoridades universitarias que permanecen en Japón.
Además, informamos de nuestro viaje a las autoridades consulares en Madrid. "Nuestra oficina japonesa puede contactarnos a toda hora. Aunque es un poco oneroso, alentamos a nuestros estudiantes a adquirir teléfonos móviles de prepago con el fin de poder comunicarnos con ellos a toda hora".
En ese sentido, el terremoto ocurrido hace unas semanas en Christchurch, que sorprendió a muchos estudiantes japoneses que se encontraban en Nueva Zelanda, fue un recordatorio de que las catástrofes no sólo ocurren en territorio japonés. "Hay que estar siempre listos para un desastre natural", añade el vicecatedrático.
Instrucciones
"Apenas llegados a Salamanca, los chicos recibieron instrucciones para comprar sus móviles y seleccionar las mejores tarifas. En pocas horas, dejaron las tiendas de telefonía móvil de la parte antigua de Salamanca sin existencias. Compraron todos los móviles disponibles", indicó Sensui. La universidad pronto estableció un sistema de mensajería que permitía el envío simultaneo de mensajes de texto a sus estudiantes en caso de urgencia. "Es importante estar enchufados todo el tiempo", concluye el profesor.
Una joven de la ciudad de Nagoya, Marie Akiyama, nos contó que justo antes de partir rumbo a España, la universidad donde estudian realizó una prueba de los sistemas de alarma de seísmos del campus universitario. Al principio pensaba que se trataba de una alarma de verdad, pero cuando se percató de que el suelo no se movía, entendió que se trataba de una prueba. En Japón, los lugares públicos están obligados a tener un sistema de altavoces con sirenas de alarma y mensajes de precaución y a verificar su funcionamiento con regularidad. El borde costero también cuenta con un sistema similar que retransmite las alertas de tsunami. Prácticamente no hay playa o embarcadero japonés que no cuente con estos altavoces. Las áreas de refugio están debidamente señaladas con carteles fluorescentes, para favorecer su lectura en caso de cortes en el suministro eléctrico.
La universidad, según la joven, realiza el primer año un cursillo de orientación en el que se repasa el protocolo a seguir en caso de catástrofes. "Los profesores indican las áreas designadas como refugio y dan una serie de consejos para que estemos preparados, especialmente si hemos dejado el hogar y estamos viviendo solos», indica. Entre estos consejos se incluye asegurar las estanterías a la pared y no colocar en éstas objetos pesados que podrían caer encima de los moradores en caso de que se produzca un seísmo fuerte.
Kobe, un punto de inflexión
A partir del terremoto de Kobe �también conocido por Hanshin�, acaecido en enero de 1995, las autoridades japonesas lanzaron el 'kit de urgencias', una bolsa que se vende en muchos supermercados y tiendas por departamentos que incluye una serie de herramientas esenciales para hacer frente a una catástrofe natural. Incluye una radio-linterna, cuyas pilas se recargan haciendo girar una manivela, y que tiene programada el canal de emergencias de la emisora pública japonesa, NHK. El 'kit' comprende también pastillas para purificar el agua, cerillas, sopas instantáneas, entre otros alimentos no perecibles, y un botiquín de primeros auxilios.
Otro chico, Ryuto Matsuo, natural de Nagoya, indicó que después de un terremoto es muy importante cerrar a la brevedad las llaves de paso del gas, puesto que puede haber fugas. Es posible que los edificios resistan el seísmo, pero las cañerías del gas pueden romperse. Los incendios causaron tantas víctimas o más que el remezón del movimiento telúrico. "Cada año, un equipo contratado por la comunidad de mi edificio de departamentos, revisa cada una de las alarmas de gas de los pisos", indica. "Es muy importante detectar las fugas a tiempo y las alarmas cumplen el doble propósito de detectar los escapes de gas de la cocina, que se producen por descuido, o las fugas producidas por la rotura de las cañerías", comenta.
'El imperio de los signos', como algunos intelectuales occidentales bautizaron Japón, sabe que solo cuenta con el ingenio humano para hacer frente a las catástrofes.
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