La compañía planea ahora entablar las partes rotas de un dique en la costa para evitar que el agua contaminada siga expandiéndose mar adentro.
La fuga ha creado una gran alarma en Japón, un archipiélago de gran tradición pesquera y que ha vivido siempre de cara al mar (el pescado, el marisco y las algas son elementos imprescindibles en la dieta local). Desde que ayer ejemplares de una variedad de anguila aparecieron henchidos de cesio la opinión pública está preocupada porque la contaminación nuclear salte a la cadena alimentaria como última fase del cúmulo de estropicios que se han sucedido desde el terremoto y el tsunami del 11 de marzo. El Gobierno, por lo pronto, asegura que controlará la contaminación de los productos marinos.
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El agua contaminada procedía de una grieta de 20 centímetros descubierta el sábado pasado. Para frenar el escape, la compañía ha inyectado 1.500 litros de silicato de sodio en la grava por debajo del fondo del depósito por donde el agua radiactiva se estaba filtrando. Los anteriores intentos de sellar la estructura -primero con hormigón y luego con polímeros absorbentes- fracasaron y decidieron a los técnicos a inyectar ayer un colorante en un túnel del reactor 2 para intentar identificar el origen exacto de la filtración y el camino que sigue el líquido.
La compañía planea ahora entablar las partes rotas de un dique en la costa para evitar que el agua contaminada siga expandiéndose mar adentro. Con este mismo fin se está estudiando la posibilidad de colocar cortinas gigantes de sedimentos submarinos en tres lugares, incluyendo uno cerca de una salida de agua del edificio del reactor número 2.
Contaminación 7,5 millones de veces sobre lo permitido
El nivel de yodo radiactivo analizado en aguas marinas próximas a la central es 7,5 millones de veces superior al límite legal, mientras el cesio lo supera en 1,1 millones de veces. El yodo-131 tiene una vida de ocho días pero el cesio-137 tarda 30 años en semidesintegrarse.
Estas áltisimas tasas de contaminación se han hecho públicas un día después de que los técnicos de Tepco comenzaron a verter 11.500 toneladas de agua "ligeramente" radiactiva al océano Pacífico -una cantidad aproximadamente equivalente a cinco piscinas olímpicas- para liberar espacio en el que almacenar otra mucho más contaminante. Sin embargo, parece ser que ya eran conscientes de que la contaminación estaba aumentando hasta alcanzar de nuevo las dramáticas cifras del pasado sábado, que supusieron una conmoción en él país. Para contrarrestar la controvertida medida, el Gobierno anunció que reforzará los controles sanitarios sobre los productos marinos y ha establecido límites a las dosis de radiactividad en esos alimentos, una medida inédita.
Las inspecciones del Ministerio de Agricultura, Pesca y Silvicultura se llevarán a cabo en colaboración con las prefecturas afectadas, que son principalmente Fukushima (noreste), Ibaraki y Chiba (este), según la agencia de noticias japonesa Kyodo. Si bien hasta ahora no han existido límites legales para la radiactividad en este tipo de productos, por las pocas probabilidades de que acumulen una cantidad nociva, el ministerio de Salud japonés ha decidido establecer topes, tras haber detectado 4.080 becquerelios por kilo en algunos ejemplares de anguilas de arena pescados en la costa de la prefectura de Ibaraki, al norte de Tokio. El límite decidido es similiar al de las verduras: 2.000 becquerelios/kilo para yodo radiactivo, que puede provocar cáncer, y 500 becquerelios/kilo para el cesio.
Tensiones diplomáticas
Previsiblemente, el vertido intencionado no ha hecho mucha gracia a los vecinos de Japón. En respuesta al Ministerio de Asuntos Exteriores de Corea del Sur, que ayer protestó por considerar que tenía "motivos fundamentados" para mostrarse preocupada, la Agencia de Seguridad Nuclear de Japón ha pedido disculpas a los países cercanos por la medida.
El portavoz de la Agencia, Hidehiko Nishiyama, ha asegurado que las autoridades japonesas no pudieron contactar con las surcoreanas antes de tomar esta determinación. Nishiyama reiteró sus disculpas, pero argumentó que el vertido de agua al mar era una medida urgente, informa la cadena NHK. Además, añadió que el Gobierno explicará plenamente esta decisión a los países que puedan
verse afectados y responderá a las preguntas sobre la situación en la planta, donde se sigue temiendo que las repercusiones del accidente vayan a más.
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Fuente: El País
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