Dueño de una acústica de referencia en el mundo, índice inequívoco de consagración y cita ineludible de quienes aman la música, el Colón ha sido desde siempre un teatro venerado por los públicos y por los más grandes artistas.
El teatro Colón de Buenos Aires, en obras desde hace ocho años y con continuos retrasos, "va a estar reabierto en agosto de 2010", comentó Daniel Barenboim ayer en Madrid. El director argentino, que con siete años tocó sus primeras piezas en el Colón, aseguró que él mismo estrenará el emblemático escenario el 19 de agosto del año que viene, tres meses después del último plazo anunciado.
Depositario de una larga tradición musical argentina comenzada en el siglo XVIII, fue inaugurado el 25 de mayo de 1908 con "Aida", de Giuseppe Verdi, después de haber estado en construcción durante casi veinte años.
Los sucesivos arquitectos que tuvieron a su cargo la imponente obra (Francesco Tamburini, Vittorio Meano y Jules Dormal) conciliaron en su diseño estilos tan disímiles como el ático-griego, que predomina en el exterior, y -en palabras de Meano- "los caracteres generales del Renacimiento italiano, la buena distribución y la solidez propias de la arquitectura alemana, y la gracia, variedad y bizarría de ornamentación asociadas a la arquitectura francesa", hasta conformar un admirable ejemplar del estilo "ecléctico" del siglo XIX.
En rigor, el significado urbano del Colón excede el marco de una sala de espectáculos para figurar, junto con el Palacio de Congreso y la Casa Rosada, entre los monumentos históricos más representativos de la República Argentina.
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ntrando por la puerta principal de la calle Libertad, una marquesina de hierro forjado recibe al visitante y un gran vestíbulo lo introduce en el Teatro. Hall de entrada Adornan ese vestíbulo columnas con basamento de mármol rojo de Verona, recubiertas de estuco imitando el mármol "botticino", con aplicaciones de estuco dorado.
El hall, de 14 metros por 28, está coronado por un luminoso vitral en forma de cúpula, a 25 metros del suelo, realizado por la casa Gaudin de París. El piso, con diseño de guardas y motivos decorativos, está realizado en mosaico de estilo veneciano.
Dos cabezas de león, talladas en piezas únicas, flanquean la escalinata de entrada, construida en mármol de Carrara. Mármoles amarillos y rosados de Siena y Portugal dan distintos matices de color y textura a la balaustrada. Sucesivas escalinatas, enmarcadas en vitrales de Gaudin, llevan a los niveles superiores.
Una entrada principal y dos laterales dan acceso a la sala. Está construida con curva "a la italiana", en forma de herradura algo alargada, tiene 75 metros de largo total, con 38 metros desde el fondo de la platea hasta el telón. La sala une a las características ideales de la resonancia italiana y la claridad francesa, un elemento imponderable y único que ha convertido al Teatro Colón en favorito de muchos grandes artistas.
Un gran "plafonnier" de bronce en semiesfera ilumina la sala con 600 lámparas. Un centenar de apliques de bronce con tulipas de diseños múltiples y numerosas cajas con luz indirecta, sumados al rojizo y fresa de la tapicería y al oro pálido y marfil antiguo de los elemento de decoración, otorgan a la sala un tinte cálido y acogedor.
La platea está formada por 632 butacas de hierro forjado y madera, tapizadas en pana y dispuestas en veintidós filas, divididas en dos por un corredor central. La generosidad de las dimensiones del teatro permite el paso cómodo de espectadores entre las filas, sin molestar al público ya sentado.
Baignoire
Desde las entradas laterales hasta el escenario hay, a derecha e izquierda, sendas filas de cinco palcos "baignoire" o "grillés", construidos bajo el nivel de la platea y cerrados por una reja removible de bronce. Utilizados originalmente por el sector del público que guardaba luto o no quería ser visto, esos recintos -que el arquitecto Meano llamaba "palquitos con reja"- albergan hoy cabinas de grabación de audio y video, así como de retransmisión de los espectáculos por radio o TV. Esas grabaciones forman parte del archivo del Colón, que contiene buena parte de la memoria viva del teatro, y algunos de cuyos tesoros están ahora disponibles para los melómanos del mundo.
Se elevan desde la platea tres niveles de palcos: bajos, balcón y altos. Construidos a la francesa, abiertos y con divisiones bajas, una cortina de brocato de seda color rosa viejo los separa de su antepalco, amueblado con banquetas, espejos y percheros. Los pisos superiores reciben los nombres de cazuela (con espacio de pie tradicionalmente destinado a las damas), tertulia (con espacio de pie para caballeros), galería y paraíso. A las localidades con asiento se suman más de mil quinientos lugares para espectadores de pie, distribuidos en esos cuatro niveles.
El tradicional paseo durante los intervalos permite la visita a los grandes salones del Colón. El Foyer o Galería de los Bustos, decorado con bustos de compositores realizados por Luis Trinchero, y con el importante grupo escultórico llamado "El secreto", de Eberlein, comunica con el Salón Blanco. De estilo Renacimiento francés, se trata del antepalco de la platea balcón en funciones oficiales y se utiliza frecuentemente para reuniones formales, conferencias y agasajos. Dos grandes galerías, coronadas por vitrales, ofrecen una vista amplísima del hall de entrada y conducen de la Galería de los Bustos al Salón Dorado.
Salon dorado Lugar preferido de encuentro, el Salón Dorado es de inspiración francesa, reminiscente del Grand Foyer de la Opera de París. El dorado a la hoja de su decoración, las columnas talladas, las arañas, los vitrales de Gaudin con imágenes de Homero y Safo y el refinadísimo mobiliario son reflejados por una sucesión de espejos que potencia su fastuosidad. Convertido ya en una sala con vida propia, el Salón Dorado es centro permanente de conciertos de música de cámara, conferencias y exposiciones paralelas a la actividad de la sala, con entrada libre y gratuita.
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Fuente: El País y Teatro Colón.
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