Ya lo dijo Einstein: "si las abejas desaparecieran, el mundo duraría 4 años". El famoso físico estaba en lo cierto, si no hay polinización no hay semillas, si no hay semillas no hay plantas y sin plantas no hay vida.
¿Qué sabemos sobre la apicultura? Para muchos es un arte que necesita de aptitudes como la destreza o la paciencia y, sobre todo, nervios templados para trabajar con miles de abejas dispuestas a agredirte en cualquier momento. Pero, sobre todo, es la ciencia que estudia la abeja Melífera y de la que con cierta tecnología se obtiene la miel. Arte o ciencia, España es un país de gran tradición apícola, prueba de ello son las pinturas rupestres de la Cueva de la Araña (Bicorp, Valencia), que datan del 7.000 antes de Cristo, en las que para sorpresa de muchos se hallaron pinturas de un hombre recolectando miel. A nivel europeo lideramos este sector con un censo de 2.320.949 colmenas y producimos entre 29.000-31.000 toneladas de miel al año, la sexta parte de lo que se genera en la Unión Europea (600.000 toneladas)
La Apis Melífera es una trabajadora infatigable con una vida social muy organizada. La jefa es la abeja Reina, encargada de que la población crezca a paso firme y de transmitir confianza a sus obreras. Éstas son las currantas: limpian celdas, alimentan larvas jóvenes, asisten a la Reina, recogen agua, sellan aberturas o ventilan el exceso de humedad.
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Los otros inquilinos son los zánganos, encargados de fecundar a la Reina, y que son expulsados cuando "su labor" ha terminado. El funcionamiento dentro de la colmena está perfectamente orquestado.
Para introducirnos en este apasionante mundo ha pasado por nuestros estudios Pepe Loeches , ingeniero de grabación y ganador de 5 Grammys. Este alcarreño (Albalate de Zorita, Guadalajara, 1946) trabajó con grandes músicos y recorrió el mundo a los mandos de una mesa de grabación. Después de 40 años de profesión decidió vender su estudio, compró 200 colmenas, montó una envasadora y se retiró al pueblo para "disfrutar de la madre naturaleza". "Sus niñas", como él llama a las abejas, no le dan más que satisfacciones. Su zumbido es auténtica música celestial.
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Fuente: Cadena Ser
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