Para finales de 2011, su promotor espera poder completar el primer vuelo tripulado; cuando los potenciales clientes atestigüen la seguridad del trayecto.
Cinco decenios después del viaje de Gagarin, los cohetes siguen siendo los reyes de los vuelos profesionales por el cosmos. A Marte y la Luna, sin embargo, se suma un objetivo amateur: el turismo espacial. Es inevitable recordar a Dennis Tito durante su tour, hace ya una década, por la Estación Espacial Internacional previo pago. Desde entonces, las propuestas se han sumado, abaratado y diversificado, aunque sólo una, y española, se distancia del recurso del cohete.
En 2002, José Mariano López-Urdiales comenzó a darle vueltas a la idea: viajes al espacio en globo aeroestático. Entre planes y estudios, este catalán, decidió fundar su empresa Zero2Infinity y concentrar sus esfuerzos en su primer proyecto; Bloon promete ser para 2014 la alternativa a vuelos orbitales de enormes multinacionales, aunque a cierta distancia; el helio no contamina.
«No queremos definirnos como turismo espacial, sino como turismo de lujo». López-Urdiales explica así el segundo parámetro de su propuesta. Un vuelo tranquilo, de unas cuatro horas de duración, para contemplar la curvatura de la Tierra y el cielo estrellado a unos 36 km.
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Hasta un máximo de cuatro personas podrán contemplar el espectáculo desde los grandes ventanales y precisar cómo quieren vivir la experiencia: ser testigos de primera fila de un eclipse, degustar una cena romántica o probar la ausencia de gravedad, la gravedad marciana o lunar. Todo por 110.000 euros y sin límite de edad, entrenamiento previo, etc. Sólo sentarse y disfrutar.
El vuelo empieza con el inflado del globo (una bolsa de más de 100 m de diámetro) y la salida hacia la estratosfera. Una hora más tarde, la cabina (de 4,2 metros de diámetro) alcanza su altura máxima y la vista, durante dos horas, abarcará 500 km a la redonda. El descenso se inicia con el desinflado del globo hasta soltarlo para planear después hasta la tierra con un paracaídas guiado. Un ciclo exento de contaminación y ruidos y a una agradable velocidad de unos 10 metros por segundo. «Quienquiera que viaje en avión, puede subirse a bordo», asegura.
Para finales de 2011, su promotor espera poder completar el primer vuelo tripulado; cuando los potenciales clientes atestigüen la seguridad del trayecto. Y para demostrar que no hay peligro de quedar «colgado» en el espacio para siempre, lanzaron la camiseta de la Selección española de fútbol; cuando acabó el Mundial «la recuperamos, claro, bajó de nuevo a tierra con paracaídas» asegura López-Urdiales.
Fuente: La Razón
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