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miércoles, 6 de abril de 2011

Se podría preservar la vida de las plantas de forma indefinida


El tratamiento es similar al que se emplea con las células reproductivas humanas, sólo que en este caso ha de adaptarse a las particularidades de la enorme cantidad de especies de plantas existentes.
Científicos de la Universidad de Alicante -España- investigan una técnica mediante la cual se congelan a temperaturas muy bajas semillas, yemas o tejidos de plantas, con el objetivo de preservar su vida indefinidamente y asegurar así la supervivencia de la especie.

Fuentes del centro docente han explicado hoy que se trata de una herramienta de conservación de la biodiversidad vegetal, en la que la vida de las células queda suspendida y, al mismo tiempo, las reacciones bioquímicas que las matarían también quedan interrumpidas.

Esos ejemplares se mantendrían en un especie de "limbo" o lugar apartado en el que no estarían ni vivos ni muertos, hasta que después de un tiempo teóricamente infinito podrían ser devueltos a su actividad biológica mediante una técnica inversa.

El citado proceso se denomina criopreservación y es realizado por el profesor de Fisiología Vegetal e investigador del Instituto de Biodiversidad de la Universidad de Alicante, CIBIO, José Luis Casas.

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Casas ha explicado que someten a las células o tejidos a un procedimiento de "vitrificación" en el que las funciones vitales quedan detenidas sin envejecer ni germinar, hasta que se realice el mismo proceso en sentido inverso para que "recobren" su capacidad de crecimiento.
 

El tratamiento es similar al que se emplea con las células reproductivas humanas, sólo que en este caso ha de adaptarse a las particularidades de la enorme cantidad de especies de plantas existentes.
 

Para ello, la congelación debe ser drástica, rápida y a muy bajas temperaturas, por lo que el equipo de investigación emplea nitrógeno líquido, que mantiene las muestras a 196 grados bajo cero.
 

Teóricamente, si esa temperatura se sostiene sin interrupciones hasta que en el futuro alguien decida reanimarlas, lo harán conservando todas sus funciones biológicas.
 

Casas y su equipo investigan desde hace cuatro o cinco años la técnica a aplicar tanto en la fase de preservación como en la de reanimación, dado que no es lo mismo si se trata de brotes embrionarios, muestras de tejido o semillas.
 

En la preparación de los ejemplares vivos para realizarles la criopreservación, el investigador empieza por sustituir el agua del material vivo por unos compuestos orgánicos con propiedades anticongelantes y después lo vitrifican.
 

Luego, esas muestras deshidratadas, previamente envasadas en viales, se sumergen en nitrógeno líquido.
La brusquedad del enfriamiento y el anticongelante evitan que se formen microcristales de hielo que rasgarían los elementos estructurales de las células y provocarían su muerte.
 

El proceso inverso consistiría en descongelar, extraer el compuesto anticongelante y volver a hidratar las células para más tarde proceder en el laboratorio a su cultivo in vitro.
 

Cuando se ha generado un tallo en el tubo de ensayo se traslada a otro medio de cultivo donde puedan desarrollar unas raíces embrionarias y, estando ya morfológicamente completo, pueda ser desplazado a cámaras de cultivo y posteriormente a invernaderos o a la naturaleza.
 

Sobre los bidones donde conservar las especies vivas congeladas, Casas advierte de que hay que asegurarse de reponer el nitrógeno líquido que se pierde lentamente por evaporación para mantener el nivel adecuado que envuelve a las muestras.
 

En cada uno de esos recipientes, que son del tamaño de un barril de cerveza, se pueden guardar entre 15.000 y 20.000 muestras, según fuentes de la Universidad de Alicante.

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Fuente: La Razón

 
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