Tenerife ofreció otra imagen única, ya que la sombra del Teide sobre la atmósfera, coincidiendo con el atardecer, apuntó directamente a la Luna eclipsada en una alineación casi perfecta.
Mientras las zonas más orientales del planeta que pudieron observar el fenómeno lo vieron cuando se puso la Luna, en las más occidentales (como España) se pudo seguir cuando el satélite aparezció en el cielo el día 15. Durante el eclipse, la sombra de la Tierra fue poco a poco ocultando a la Luna, hasta taparla por completo.
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El eclipse lunar tiene cinco etapas. Empieza cuando la Luna entra en la penumbra, o pálida franja exterior, de la sombra de la Tierra. Esta fase es un leve y apenas se aprecia. Solo cuando el filo de la Luna está a mitad de camino en la penumbra, lo que sucede se presenta a la vista. El segundo estado, o eclipse parcial, comienza cuando el borde de la Luna alcanza la sombra interior de la Tierra. A medida que la Luna se desliza más en la sombra, la noche se vuelve más profunda. Si el observador está lejos de las luces de la ciudades, comienzan a aparecer las estrellas por todas partes. Durante una hora, una franja brillante de la Luna aparece fuera de la sombra y el resto muestra una rara luz rojiza.
El eclipse total llega cuando el último pedazo visible de la Luna se desliza en la sombra. Entonces parece teñida de sangre. Esa luz roja proviene de todos los amaneceres y puestas de Sol alrededor de la Tierra en ese momento. El máximo para España se produjo a las 22.13 horas (hora peninsular), cuando se alcanzó el momento "de mayor oscuridad". Después, todo fue volviendo a la normalidad.
Fuente: ABC
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