Stéphane Hessel, diplomático, escritor y político, 'padre' del 15M |
Hessel confía en «una democracia activa, teniendo en cuenta el pragmatismo ético. Es decir, llevando a la práctica los valores morales en la acción cotidiana y no de una manera teórica en las ideologías».
El apóstol de la indignación no violenta confiesa haber encontrado en la juventud española un aliado de peso que se ha tomado muy en serio su vibrante arenga. Admite que, «naturalmente, cuando uno comienza a agitarse la violencia es una tentación». Por eso constató «con mucha tristeza» que en Barcelona se intentara impedir el acceso de los diputados al Parlamento catalán. De inmediato, envió un mensaje en el que invitaba a leer bien su librito, en especial el último capítulo, en el que deja muy claro que «la no violencia es la única manera de progresar en la democracia».
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«Les dije: 'Cuidado, hay que evitar la violencia'. ¿Por qué? No porque la violencia en sí sea algo terrible. La Resistencia francesa o la liberación de los pueblos colonizados no fueron no violentas. Pero nos interesa velar por que los avances a realizar en el mundo sean no violentos. Sobre todo porque toda violencia justifica la respuesta violenta. Ahí es cuando los conflictos se vuelven insolubles», razonó.
«Espero que el Gobierno español tenga la inteligencia de no responder a esas violencias con una mayor violencia sino que, por el contrario, intente emprender un diálogo. La difícil situación económica y financiera es una razón añadida para trabajar en concertación con esos movimientos de indignación sobre una política que pueda ser mejor comprendida por la juventud española y apoyada por la Unión Europea», planteó.
Soluciones y diálogo
A juicio de Hessel, la labor de renovación política y búsqueda de soluciones a los problemas económicos debe hacerse «en contacto amistoso con los 'indignados' que están por hacer avanzar la democracia española». Pero opuso un veto «a quienes, como en todos los movimientos reivindicativos, están por los destrozos, a los que hay que tratar de separar».
En su opinión, la 'primavera árabe' ofrece un excelente ejemplo de insurrección popular ante la injustica dentro de la no violencia y la cooperación. «España no está dirigida por un déspota, afortunadamente. Por el contrario es una gran democracia verdadera y confío en que va a encontrar las relaciones con los jóvenes, darles toda su plaza y la concertación necesaria. Pero no dejarles entrar en un ciclo de violencia», expuso.
El inspirador teórico del movimiento del 15M reconoció que siempre cabe preguntarse por la oportunidad del momento histórico en el que brota una revuelta. «Uno puede decirse que el movimiento habría sido más eficaz si se hubiera producido en un momento en que el Gobierno español tenía todos los medios, antes de una crisis que ha sido el resultado de una gestión probablemente no muy eficaz de la economía española», analizó.
Pero, acto seguido, juzgó que todavía no es demasiado tarde para tomar una serie de medidas siempre que no vayan en «la dirección de privatizaciones sucesivas sino, al contrario, de la estabilización de los bienes públicos». «No conozco suficientemente la situación como para dar un consejo concreto. Solo puedo decir que confiemos en los que han sido regularmente elegidos y pidámosles que tengan plena conciencia de la indignación provocada y tomen medidas para satisfacer a los que sufren», indicó.
Con la humildad consustancial a la filosofía de la vida, el sabio nonagenario dijo ser «un viejo diplomático que no es en absoluto capaz de dar soluciones a nuestros problemas». «No tengo tantos adversarios como quisiera. Quisiera que la gente dijera: 'está muy bien indignarse pero ¿y luego? No nos dice lo que hay que hacer después'. Efectivamente es lo que se puede reprochar a un libro que hace la estimulación. Reconozco que esa crítica está justificada», asumió.
Democracia manipulada
Hessel proclamó que la intención de su libro había sido persuadir a los jóvenes de que eran capaces de cambiar el mundo mediante la indignación, la movilización y el compromiso. «Toda una generación está preocupada por la manera en que la democracia está siendo manipulada por los gobiernos sin dar satisfacción a las necesidades fundamentales de los ciudadanos», constató, y añadió que «el triángulo formado por las fuerzas económicas y financieras, los gobiernos nacionales y los ciudadanos no funciona. Seguimos siendo víctimas de la manera en que los bancos y las bolsas se comportan».
Desde su punto de vista, «la oligarquía más peligrosa no es una tiranía como las de Hitler o Stalin». «Hoy lo que nos oprime y nos impide resolver los problemas de todos es la oligarquía económica y financiera. Es decir, gente muy rica y muy poderosa que para mantener su riqueza y su potencia no desean la menor injerencia e interferencia de los estados», analizó.
«La vía a seguir es presionar a los gobiernos para que impongan a las fuerzas económicas y financieras, mediante una legislación apropiada y una acción de soberanía estatal, que no sigan de crisis en crisis, pues su único objetivo es conseguir mayor beneficio», planteó.
Sin disimular el agrado por contribuir a una movilización ciudadana sin fronteras, Hessel apuntó motivos de esperanza para fundamentar su imperturbable optimismo. «Estamos en vísperas de una nueva manera de contemplar las relaciones internacionales. Movimientos democráticos se desarrollan por todo el mundo en desacuerdo con la manera en que los gobiernos les dirigen y que proponen una 'mundialidad' con su gran diversidad preconizando en todas partes los mismos valores próximos de la familia, del ciudadano y del individuo. Son valores pragmáticos de respeto a la dignidad humana, a las libertades fundamentales y a una economía social y solidaria», enumeró.
El autor de '¡Indignaos! confió en que la renovación generacional conlleve «una nueva forma de concebir la democracia activa, teniendo en cuenta algo verdaderamente esencial que es un pragmatismo ético. Es decir, llevando a la práctica los valores morales en la acción cotidiana y no de una manera teórica en las ideologías. Eso, a mi juicio, va a transformar quizás la sociedad», argumentó. «Se nota que hay algo que emerge y yo todo lo que puedo hacer es alentarlo. Solo puedo animar a los jóvenes y decirles 'veréis cómo lo vais a conseguir'. Yo les dejo hacer», concluyó entre los aplausos de un auditorio cautivado por el embajador de la nueva utopía democrática.
Fuente: Ideal
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