La cifra representa una subida de 4 puntos respecto a julio. La reducción de las recetas fue del 9,37%.
En tasas interanuales negativas desde junio de 2010 (si se toman los datos comparados del mes de un año frente al mismo del año anterior), esta tendencia se ha acelerado desde que entraron en vigor las últimas medidas de recorte: en agosto fue un 20% inferior al del mismo mes del año anterior.
En esta reducción influyen varios factores: por un lado, el efecto de la variación del copago que empezó en julio, cuando hubo un descenso del 24% (también atribuible en parte a la acumulación de medicamentos que se hizo en junio). A ello se suma a que el gasto medio por receta está en continuo descenso desde que se introdujo la medida de que, en caso de que hubiera fármacos equivalentes, solo se pudiera dispensar con cargo a los presupuestos autonómicos el más barato.
Estos vaivenes reflejan perfectamente la situación: acaparamiento ante el anuncio del cambio del copago (junio), retraimiento porque se están usando los medicamentos acumulados (julio) y cierta tendencia hacia una normalización en agosto, que habrá que ver si se confirma y dónde para (si la reducción se mantiene cerca del 9% será un éxito; si en seis meses se recupera la cantidad anterior, el efecto habrá sido pasajero). Los datos, positivos para las Administraciones, son a corto plazo. Los expertos en economía de la salud afirman que habrá que esperar unos seis meses o un año para saber el impacto real de estas iniciativas. Algunos incluso aventuran que el gasto sanitario total puede incluso aumentar si las personas dejan de tomar medicamentos que necesitan y empeoran. Pero el ahorro es constante y sonante estos meses, y eso es lo que defiende Sanidad.
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