En una exhibición de su nuevo poderío económico, China ha invertido 43.000 millones de dólares en estos Juegos, considerados el evento más fabuloso sobre la Tierra.
China comenzó la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos con fuegos artificiales y un espectacular show de luces, deseosa de que el mundo se fije en su faceta moderna y en la acción deportiva, tras los últimos meses de críticas contra el Gobierno.
Una legión de 2.008 percusionistas arrancó de sus tambores un sonido hipnótico que retumbó como un trueno, mientras sus palillos rojos brillaban en el oscurecido estadio El Nido.
En la tierra del inventor de la pólvora, los fuegos artificiales explotaron alrededor del estadio y luego en el corazón de Pekín. Veintinueve colosales "huellas de fuego" se lanzaron al cielo y "se abrieron paso" a través de la ciudad hasta la plaza de Tiananmen, en un deslumbrante despliegue de pirotecnia de 29.000 fuegos artificiales.
El extenso elenco de artistas cantó un famoso saludo confuciano: "Han llegado amigos desde lejos, qué felices estamos". Los acróbatas volaron por el aire como hadas, y los anillos olímpicos iluminados se elevaron desde la arena.
En un pergamino gigantesco se proyectaron imágenes tradicionales de paisajes y los actores representaron letras chinas con su cuerpo conmemorando la fabricación del papel, uno de los mayores inventos de su civilización.
Del suelo surgieron cubos grises gigantescos que aparentaban ser bloques de impresión de la Antigua China, extendiéndose a través de la arena para formar la Gran Muralla, uno de los monumentos más conocidos del mundo.
Los soldados de terracota fueron representados en una vuelta triunfal en una de las tradicionales escenas de la ópera china. La "Ruta de la Seda" que unía a China con Occidente se recordó con un exótico cuadro viviente formado por remeros vestidos de azul. Mil bailarines cubiertos con luces centelleantes realizaron diseños complicados en medio del estadio y se transformaron en un fluorescente Nido de Pájaro, mientras una niña volaba con una cometa sobre la formación.
Luego, un gigantesco globo de cristal surgió de la nada y se elevó desde el suelo para asombro de los 91.000 espectadores presentes en el estadio en una noche calurosa y húmeda.
La británica Sarah Brightman se unió al artista chino Liu Huan en lo alto del globo para cantar el himno olímpico especialmente compuesto para los Juegos, mientras se desplegaban fotografías de niños de todo el mundo en sombrillas.
Los fuegos artificiales volvieron a aparecer para dar comienzo al desfile de los atletas de 204 países.
El majestuoso espectáculo fue creado por el cineasta Zhang Yimou, director de "La casa de las dagas voladoras", cuyo trabajo estuvo prohibido en China, y fue puesto en escena por 14.000 artistas.
La ceremonia, que resumió 5.000 años de historia en una tarde, evitó muchos de los clichés relacionados con China, como los osos panda, las lámparas rojas y coreografías con dragones.
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Fuente: MadridPress
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