El TCGA se fundó en Estados Unidos, agrupando decenas de instituciones, precisamente como un histórico y revolucionario proyecto piloto destinado a secuenciar todos los cambios genéticos que conducen al cáncer. Se han dedicado y se siguen dedicando años de investigación y cientos de millones de dólares a escudriñar las raíces moleculares de muestras de tumores reales con las más modernas tecnologías, buscando cada mutación específicamente asociada a una nueva neoplasia.
Las revistas Science y Nature llevan esta semana en sus páginas un total de tres estudios que arrojan luz sobre dos de los cánceres más extendidos y fulminantes, el de cerebro y el de páncreas. Los datos reunidos por todos estos estudios, entre los que se encuentra el trabajo del Atlas del Genoma del Cáncer (TCGA, por sus siglas en inglés, y también en homenaje a los cuatro pares de bases que componen el ADN humano) aportan el compendio más concreto y exhaustivo hasta la fecha de análisis de mutaciones genéticas que llevan de la salud al cáncer. La curación y la comprensión del mal ya están más cerca.
Los investigadores del Centro de Cáncer Johns Hopkins Kimmel han analizado más de 20.000 genes involucrados en 24 tipos de cáncer de páncreas y 22 de cerebro. Según cuenta su estudio aparecido en Science Express, han conseguido aislar un conjunto significativo de genes reguladores de estos procesos y de sus rutas, más o menos una docena para cada tipo de tumor, cuya alteración era constante en el 67 por ciento de los casos de cáncer de páncreas. Estas rutas genéticas significativas afectan al sistema de control de daños y reparación del ADN, a los sistemas de maduración celular y a la respuesta ante la invasión tumoral. Todo esto puede revolucionar las aproximaciones terapéuticas al uso: ya no se trataría tanto de combatir los tumores sólidos en abstracto como los andamios genéticos que les permiten ponerse en pie, con fármacos adecuados a cada tipo de cáncer y quizá, con el tiempo, a cada tipo de paciente. Además del cáncer de páncreas, uno de los más mortales a día de hoy, los citados estudios apuntan al cáncer de cerebro más común (es el que padece el senador Ted Kennedy), el glioblastoma multiforme. Es este un tipo de tumor enormemente predispuesto a la metástasis que reduce la esperanza de vida a entre uno y cuatro años a partir del diagnóstico.
Uno de los descubrimientos más interesantes hace referencia a la capacidad del cáncer de hacerse fuerte frente a la medicación.
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Fuente: ABC
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