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miércoles, 23 de marzo de 2011

Ni vegetarianos, ni carnívoros: flexitarianos


No sólo el cuidado de la salud mueve al flexitarianismo. La sostenibilidad es su otra línea argumental.
Los flexitarianos no son una secta ni unos primos de los romulanos de 'Star Trek', sino seres humanos normales con una dieta particular. Se parecen a los vegetarianos en que su alimentación se basa en las plantas, pero se distinguen de ellos en que consumen carne y pescado de vez en cuando y en pequeñas dosis. Siempre han existido -¿no era un poco flexitariana la dieta de la gente sin muchos recursos hace años?-, pero tienen nombre desde 1992, se pusieron de moda en el mundo anglosajón a finales de la pasada década, y ahora cuentan por fin con una web dedicada a ellos en España, Flexitariano.

El sitio, inaugurado hace apenas un mes, incluye recetas que encajan con los principios de esta forma de comer, consejos prácticos y definiciones bastante claras de lo que significa adaptar tu dieta al modelo. "Es la frecuencia y la cantidad de carne o pescado que comen lo que define a los flexitarianos", explica el fundador del sitio, Eugenio García. "No son un subtipo de vegetarianos, aunque su alimentación sea mayoritariamente vegetal y de que la palabra provenga de la unión de 'flexible' y 'vegetariano".

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¿Cuáles serían platos modelo para un flexitariano? "Los de diario deberían ser ovolacto-vegetarianos [vegetales más huevos y lácteos]. En la web tengo unos criterios para clasificar una receta con carne o pescado como flexitariana: básicamente, que éstos no sean protagonistas, sino complementarios de alimentos de origen vegetal. Un ejemplo: una pechuga empanada frente a un wok de fideos, verduras y pollo. Las cantidades de carne y pescado deberían ser moderadas, entre 50 y 80 gramos por persona. Un entrecot de 350 gramos es, en muchos aspectos, un barbarismo alimentario, aunque esté socialmente bien visto".

Los flexitarianos no tienen, en principio, alimentos prohibidos. "Las prohibiciones las decides tú por tus propias convicciones. Yo evito los productos que implican sufrimiento innecesario a los animales, como la caza, el foie, o los productos procedentes de avicultura o ganadería intensiva, por poner algunos ejemplos. Pero cada uno tendrá sus criterios".

Los practicantes defienden que ser flexitariano es más sano que ser omnívoro, al ingerir más fibra y menos grasas saturadas. "Si tu alimentación es en un 90 o 95% vegetariana, compartes los beneficios de esa dieta: menor riesgo cardiovascular, descensos en la presión arterial y del colesterol, disminución del riesgo de algunos tumores, mayor longevidad… Los aportes ocasionales de proteína animal, más aún si se basan en el pescado azul, complementan la dieta vegetariana ya que evitan algunas carencias comunes, como la de vitaminas del grupo B", asegura García.

No sólo el cuidado de la salud mueve al flexitarianismo. La sostenibilidad es su otra línea argumental: desde el momento en el que, por lo general, pescar o producir carne tiene un coste ecológico más alto que el de cultivar vegetales, sus defensores mantienen que es la opción más sensata para toda persona preocupada por el planeta que no quiera prescindir de las delicias de un jamón, una merluza o un chuletón de vez en cuando.

Uno de los mayores apóstoles del flexitarianismo -aunque el prefiere llamarse "omnívoro inteligente y concienciado"-, el columnista del New York Times Mark Bittman, se convirtió a la nueva religión tras conocer un dato impactante: la producción de ganado emite más gases de efecto invernadero (un 18% según las Naciones Unidas) que todos los vehículos del mundo juntos.

El periodista adoptó entonces una dieta que denominó VB6 (Vegan Before 6), en la que no comía ningún producto de origen animal antes de las 6 de la tarde, pero podía hacerlo después de esa hora. "El veganismo [vegetarianismo sin tomar productos de origen animal] tiene sentido, pero no es una opción para la mayoría de nosotros", ha asegurado. "Comer poca carne a mí me ha funcionado, y funciona para mucha gente que quiere ir más allá de comprar bombillas de bajo consumo".

Eugenio García reconoce que ser flexitariano es "socialmente más fácil" que ser vegetariano o vegano. "Pero cuando tú tomas una opción, no te planteas si es más o menos sencillo. Yo he sido vegetariano unos meses y nunca me he quedado sin comer. En cualquier caso, en el flexitarianismo tu alimentación se adapta a tu vida, no tu vida a lo que comes. En mi casa, cuando yo cocino, mi alimentación es ovolacto vegetariana y, cuando como fuera de casa, suelen ser los momentos flexibles en los que tomo algo de pescado y carne".

Como no podía ser de otra forma, los flexitarianos son mirados con recelo por algunos vegetarianos, que ven la ingesta ocasional de carne como una especie de frivolidad. "Teniendo en cuenta el impacto medioambiental, en la salud y en el maltrato a los animales, ser flexitariano es como fumar dos paquetes de cigarrillos en vez de 10, golpear a un cerdo hasta matarlo en vez de a dos, y echar medio litro de gasolina por el fregadero en vez de cuatro", ha dicho Kathy Guillermo, director de investigación de la organización PETA, a la revista 'Newsweek'.

"No me gustan nada el radicalismo, que a veces hace que lo que defiendes pierda la razón por las formas", replica García. "Es más fácil que tu postura cale en la sociedad desde la integración. Me disgusta si un vegetariano me dice que 'como cadáveres'. Yo puedo pasar semanas sin tomar carne, por lo que en principio soy más comprensivo con su actitud, pero por ese camino se consigue muy poco, por no decir nada".

Los más optimistas ven el flexitarianismo como un primer paso que puede enseñar a la gente las bondades de la dieta vegetariana o animar a los restaurantes a incluir más verduras en sus cartas. "Muchas personas son flexitarianas aunque no conozcan el término", reflexiona García. "Y evidentemente una alimentación más vegetal romperá posibles tabúes y miedos, cuando descubres lo sana y sabrosa que es la cocina vegetariana y lo bien que le sienta a tu cuerpo".

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Fuente: El comidista, blog de El País

 
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