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miércoles, 11 de mayo de 2011

Francia devuelve la cabeza de un guerrero maorí a Nueva Zelanda

Cabeza Maorí

Otras quince cabezas momificadas serán restituidas a partir del 2012. Los europeos convirtieron el comercio de cabezas en un lucrativo negocio entre los siglos XVIII y XIX.
La devolución a Botsuana en el 2000 del cuerpo disecado del Negro de Banyoles, el guerrero bosquimano expuesto en el museo Darder de la capital de Pla de l’Estany, abrió un camino por el que museos de todo el mundo han transitado después. Dos años más tarde, en el 2002, lo hizo en Francia el Museo del Hombre, que entregó a Sudáfrica el esqueleto de Saartje Baartman, la Venus Hotentote, que fue exhibida en vida como un animal de circo en Europa. Y ahora van a seguir una quincena de cabezas momificadas de guerreros maoríes diseminadas en diversos museos franceses, entre ellos el del Quai Branly de París. Una ceremonia tradicional maorí despidió ayer la que conservaba, desde 1875, el Museo de Historia Natural de Rouen, en Normandía, poniendo fin a casi dos décadas de difíciles discusiones.

El resto del guerrero maorí, guardado en una caja de madera acondicionada –aseptizada– y cubierta por una tela, fue entregado por la alcaldesa de la ciudad, Valérie Fourneyron, y el director del museo, Sébastien Minchin, a la embajadora de Nueva Zelanda en Francia, Rosemary Banks, quien no dudó en calificar de “histórico” este acontecimiento en las relaciones entre ambos países. Un dignatario maorí, Te Kanawa Pitiroi, recitó una salmodia fúnebre, antes de que la cabeza fuera expedida a la capital neozelandesa, Wellington, donde será recibida por los jefes de tribu y recibirá sepultura. Muy probablemente, la cabeza del guerrero será formalmente inhumada, siguiendo el rito funerario maorí, en una estancia especial del Museo Te Papa Tongarewa, donde se conservan otros restos similares y que tiene carácter sagrado.

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Los antiguos maoríes tenían la costumbre de conservar y venerar –durante algún tiempo, antes de su entierro– las cabezas de los guerreros muertos en combate. Conocidas como Toi Moko. estas cabezas momificadas –totalmente tatuadas– despertaron en seguida el interés de los primeros exploradores y aventureros europeos, que entre los siglos XVIII y XIX convirtieron el robo y comercio de estos restos en un lucrativo negocio. Los maoríes mismos llegaron a tatuar y decapitar a esclavos para satisfacer la demanda occidental... Esta práctica empezó a declinar a partir de 1831, cuando fue prohibida por el Parlamento británico. Se calcula que por el mundo hay dispersas entre 500 y 1.000 cabezas maoríes.

Francia aprobó el año pasado una ley para permitir la restitución de las 16 cabezas maoríes que están inventariadas en los museos franceses. La devolución de la totalidad se efectuará en 2012, después de una gran exposición que sobre el pueblo maorí organizará el Museo del Quai Branly, dedicado a las artes primeras, y que posee siete de estas cabezas entre sus fondos.

La decisión de desprenderse de estos restos no ha sido fácil ni evidente. Cuando el Museo de Rouen tomó la iniciativa de restituir la cabeza, en el 2007, la iniciativa fue bloqueada judicialmente por la entonces ministra de Cultura, Christine Albanel, que se acogió a la irregularidad de que la decisión no había sido validada por una comisión científica como exigía la legislación. Detrás del veto se escondía en realidad una seria reserva, el temor de que pudiera sentar un precedente. Finalmente, una ley aprobada el año pasado por el Parlamento con el aval del nuevo titular de Cultura, Frédéric Mitterrand, desbloqueó la entrega.

El director del Museo de Rouen, Sébastien Minchin, considera que “un resto humano no puede ser considerado un objeto de colección”. Pero los científicos y museólogos están divididos al respecto. Porque si las cabezas maoríes se devuelven... ¿qué pasará con las momias egipcias del Louvre?


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Fuente: La Vanguardia

 
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