Las células T efectoras, las responsables de las respuestas inmunes crecientes contra organismos externos, como una bacteria durante una infección o un órgano tras un trasplante.
Estos científicos han usado células que se encuentran de forma natural en el organismo para "reeducar" al sistema inmune y prevenir el rechazo de un órgano trasplantado manteniendo su capacidad de luchar contra las infecciones o el cáncer.
En la actualidad, los pacientes tienen que tomar fármacos inmunosupresores para prevenir que el nuevo órgano sea rechazado tras el trasplante. Sin embargo, estos fármacos suprimen las funciones de todo el sistema inmune, dejando al paciente susceptible a contraer infecciones o sin poder combatir los tumores.
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Estos científicos dicen que esta nueva aproximación utilizando células inmunes, denominadas células T reguladoras (Tregs), procedentes del cuerpo puede eliminar la necesidad de inmunosupresión, pues la Tregs utilizadas suprimirán sólo la actividad de aquellas células que pueden atacar al nuevo órgano, en lugar de suprimir la actividad de todo el sistema inmune.
Estos científicos consideran "esperanzadores" estos descubrimientos que, en último término, podrían ayudar a prolongar la vida de las personas que han recibido un trasplante y además,
aliviar el problema de escasez de órganos.
Las Tregs son conocidas por controlar la actividad de muchas células inmunes diferentes, incluidas las células T efectoras, las responsables de las respuestas inmunes crecientes contra organismos externos, como una bacteria durante una infección o un órgano tras un trasplante.
Estos investigadores han desarrollado un método para seleccionar Tregs que pueden regular sólo la actividad de las células efectoras que pueden dirigirse al órgano trasplantado (Tregs "específicas"), dejando que el resto de las células efectoras puedan funcionar con normalidad.
Después probaron la habilidad de estas Tregs "específicas" para prevenir el rechazo de tejido humano injertado en ratones. Descubrieron que las Tregs "específicas" eran significativamente más potentes que las Tregs no específicas (aquellas capaces de inhibir a todas las células efectoras) en la protección de los injertos de tejido del daño que inmune.
Fuente: La Razón
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