Las bacterias intestinales de los panda ayuden a producir biocarburantes de forma más rápida, con menos energía y con menos costos.
Un oso panda adulto come entre nueve y 18 kilos de bambú al día, que digiere, como en el caso de las termitas, separando la celulosa y los nutrientes de los vegetales ingeridos gracias a unas bacterias. Esta idea y el recién interés despertado por los biocombustibles hizo que el investigador de la Universidad Estatal de Mississippi, Ashili Brown, y sus compañeros decidieran analizar el papel que juegan estos microbios en el sistema gastrointestinal de los osos.
Para ello, el equipo recogió y analizó las heces frescas de unos pandas; detectando varios tipos de bacterias intestinales presentes en los excrementos. La conclusión no se hizo esperar. Estas bacterias transforman el 95 por ciento de la biomasa vegetal en azúcares simples, logrando así una degradación más eficiente que la que consiguen las de las termitas. De hecho, las enzimas de las bacterias de los osos panda no requieren siquiera de altas temperaturas, ácidos fuertes o altas presiones que se emplean hoy en diversos procesos de producción de biocombustibles.
De ahí que las bacterias intestinales de los panda ayuden a producir biocarburantes de forma más rápida, con menos energía y con menos costos. Ahora, «sólo» con la ayuda de la ingeniería genética se podrían incluir estos genes que producen las enzimas de las bacterias intestinales de los panda en las levaduras con el fin de producirlas a escala comercial y generar así grandes cantidades de enzimas para la industria de los biocombustibles. Son los secretos que atesora una biodiversidad que en muchos casos estamos perdiendo.
Fuente: La Razón
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