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viernes, 21 de octubre de 2011

Abono ecológico sin mal olor


«Es orgánico, libre de químicos y tiene una mezcla de nitrógeno, fósforo y potasio que hace que la planta crezca de forma equilibrada».
Comerse una ensalada hecha con los ingredientes que uno cultiva en casa es una opción que cada día cobra más fuerza en las terrazas y los balcones de muchas ciudades. Es una forma saludable de tomar lechuga, tomates y cebolla sabiendo que están libres de contaminantes. Salvo que se utilicen químicos para fertilizar estas macetas. Hasta ahora, los abonos orgánicos o tenían químicos u olían a «cucho» de vaca. Sin embargo, la Granja San Ramón, en Valencia, acaba de presentar el primer abono orgánico inodoro libre de químicos y con alto poder fertilizante.

El abono, que se comercializará en dos versiones, 'Bonora' para el mercado casero y 'FBO' para el sector profesional, se podrá adquirir a partir de la primera quincena de noviembre», explica Bernat Chuliá, técnico químico del Departamento de I+D de Granja San Ramón.

Es en esta granja de 2.500 vacas lecheras donde se produce la materia prima, el estiércol, al que luego se añadirá paja y otros residuos, como piel de naranja.


Después de obtener esta «masa» elaborada «en un 80 u 85 por ciento con estiércol, se lleva a nuestra planta de biogás de 0,5 megavatios de potencia con la que producimos electricidad suficiente para el funcionamiento de la misma (un 6 por ciento) y para vender a la red. Y con el subproducto que se genera durante el proceso de descomposición anaeróbica se hace el abono», explica el técnico.

«El digestato –continúa– sigue oliendo a estiércol tras salir de la planta de biogás, por lo que pasa por un separador que fracciona la parte sólida de la líquida. La sólida pasa a compostaje y durante este proceso los compuestos volátiles se degradan y el producto pierde el olor a estiércol».

Entonces se procede a un proceso de higienización y desinfección del sustrato por el cual el abono, aunque sea de «cucho» de vaca, definitivamente ya no tiene olor. Y sin embargo «es orgánico, libre de químicos y tiene una mezcla de nitrógeno (por el que la planta crece mejor), fósforo (fortalece las raíces) y potasio (frutos con más calidad y mayor tamaño) que hace que la planta crezca de forma equilibrada», precisa Chuliá.

Así, no sólo eliminan un residuo, sino que de los 90 metros cúbicos de estiércol que generan cada día las vacas lecheras de la granja, producen electricidad y obtienen 20 toneladas de subproducto que luego se transforman en cinco toneladas de abono al día», concluye.


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Fuente: La Razón

 
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