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miércoles, 14 de diciembre de 2011

Rechaza medalla del gobierno por incompatibilidad de principios

"Estamos en crisis de valores. Eso me preocupa mucho", dice Maruja.
No es una activista desde hace dos días. Maruja Ruiz Martos, andaluza que desde hace 50 años lucha por la dignidad del distrito barcelonés de Nou Barris, tiene 75 años y mucha historia detrás. Después de hacerse famosa rechazando un reconocimiento de las manos del propio Xavier Trias, el alcalde de Barcelona, que le daba la Medalla de Honor de la ciudad por su activismo vecinal, vuelve al día a día.

"Llevo 50 años luchando por una calidad de vida mejor para mi barrio, y sobre todo para salvar los pilares de una sociedad: la educación y la sanidad. Lo que no puedo es aceptar algo de una persona que lo está recortando todo. Tendríais que ver cómo están los hospitales, con dos quirófanos solamente en Vall d'Hebron y la gente rabiando de dolores. No hay derecho". Maruja Ruiz, de 75 años, lleva indignada toda la vida. Y cuando los movimientos vecinales decidieron que debía ser premiada con la Medalla de Honor de Barcelona, que entregaba el alcalde Xavier Trias, de CiU, ella decidió que era el momento de hacer otra acción política.

El vídeo es alucinante: Maruja le dice que rechaza la medalla, toma el micrófono y da su discurso antes de salir elegantemente por la puerta. La cara del alcalde es ésta...




No fue una decisión de un momento. En el programa 'Asuntos Propios' de RNE declaraba que llevaba dos meses "aguantando" trámites (fotos, invitaciones, instrucciones) con la idea de, cuando llegara el día de la entrega, rechazarla en su misma cara. "No podía hacer como si no pasara nada. Que nos están recortando y había que ver el montaje que tenían allí: una azafata para cada uno de los que nos daban la medalla, el cátering, las estufas en el patio... ¿Pero dónde están los recortes?", cuenta. "Que Barcelona me dé una medalla es un honor para mí. Pero no quien me la da, no este gobierno", sentencia.

La jugada le salió perfecta: "Me salió bien. Bueno, me salió como me tenía que salir. Se quedó 'helao'", relata. "Cosas como estas se hacen sin ningún pudor, porque cuando las cosas se hacen con sentimiento y creyéndotelo, todo es fácil".

No es la primera vez que Maruja encabeza una protesta social sonada. Encabezó a un grupo de 300 mujeres y niños que en 1973 se encerró en la fábrica Motor Ibérica para reclamar que no despidieran a cientos de trabajadores. Es una líder vecinal que ha luchado por llevar autobuses a su barrio o por evitar la especulación. Y cuenta una anécdota grandiosa de hace unos años:

"Nos tiramos 17 años luchando por una residencia de ancianos para el barrio. Cuando vino Jordi Pujol por fin a inaugurarlo también se lo dije bien claro: "Llegas 17 años tarde". Y le dije que con el dinero con el que subvencionaba a las residencias privadas, se podían conseguir públicas, porque los de las privadas sólo van a robar. Él, como está un poco sordo, me dijo que me iba a llevar al juzgado, porque pensaba que estaba diciendo que él era el que robaba. Ni se despidió de mí", relata.

Es difícil tener la conciencia completamente tranquila. Maruja, a sus 75 años, parece tenerla. "Estamos en crisis de valores. Eso me preocupa mucho", dice. "No vivo de nadie. No le debo nada a nadie. Y si quieren, que me retiren la paga que me dan. Porque como no cobro...", dice, y sonríe.


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Fuente: La Información

 
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