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martes, 24 de julio de 2012

Los Juegos hace 100 años: el bicampeón sin medallas

El COI reconoció los triunfos, en decatlón y pentatlón, de Jim Thorpe 72 años después de Estocolmo 1912.
Una de las figuras más populares de la prensa de la época del verano de 1912 fue Jim Thorpe, un americano que por su ascendencia india respondía también al nombre Wha-Tho-Huk. Thorpe fue el campeón de las duras pruebas combinadas de decatlón y pentatlón.

La publicación de unas fotos que demostraban que el atleta cobraba por militar en las filas de un equipo de béisbol le despojaron de sus triunfos. El hecho marcaría su vida personal y deportiva desde ese momento.

El Comité Olímpico Internacional le acusó de profesionalismo y el atleta no se pudo colgar sus metales. 72 años después, Los Ángeles 1984 y los nietos de Thorpe vieron cómo José Antonio Samaranch les devolvía los triunfos de las pruebas combinadas. Ya habían pasado 30 años desde que el deportista, que fue incansable en sus reclamaciones, había muerto.

 La historia del atleta al que habían despojado sus logros sedujo hasta a Michael Curtiz. El célebre director de Casablanca dio la oportunidad a Burt Lancaster de encarnar al deportista en la película «Jim Thorpe, el declive de un campeón».
Si bien ha sido frecuente el despojo de medallas olímpicas a distintos deportistas, el rechazo a un escalón del podio no ha sido noticia desde hace años. Ocurrió en la final de baloncesto de los Juegos Olímpicos de Munich 1972. 

Estados Unidos y la Unión Soviética, en plena Guerra Fría, se disputaban la medalla de oro. Cuando en los últimos minutos los estadounidenses ganaban por un punto, los árbitros retrasaron el reloj, para que los soviéticos tuvieran tiempo para atacar y así adelantarse en el marcador. Entonces Alexandr Belov atrapó un balón y logró encestar la pelota. Posteriormente los árbitros dieron por finalizado el partido y a la Unión Soviética como campeona olímpica (51-50). 

La selección estadounidense, liderada por Jim Forbes, rechazó la medalla de plata y aún hoy, cuarenta años después de la final, Forbes asegura sentirse orgulloso de haberlo hecho, según ha contado en varias entrevistas. «Tratamos de enseñarle a los jóvenes la ética sobre perder y ganar. Yo digo que cada situación es diferente. Aquella final olímpica fue tan extraña en comparación con cualquier otro partido que no puede compararse con ningún otro», asegura el jugador. 

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Fuente: ABC

 
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