El CO2 tiene un potencial enorme y diverso. En algunos casos su uso supone menos emisiones, en otros huella neutra y en otros, aunque vuelve a la atmósfera, evita emplear otros productos. En el caso de los polímeros con este gas, lo que se reduce es la cantidad de petróleo que se requiere para producir un material plástico.
Bayer inaugura una planta piloto en Alemania en la que pretende obtener poliuretano a partir de un químico y dióxido de carbono. El polímero resultante se podrá utilizar como aislante de viviendas o para hacer volantes o balones. Y además, así se reduce la cantidad de petróleo empleada para producir polímeros. Pero no es el único uso de este gas. También se investiga para hacer biocarburante y depurar aguas residuales, y ya se emplea en conservación de alimentos
Desde que comenzó a abordarse el tema de la lucha contra el cambio climático, el dióxido de carbono (CO2) ha sido tachado de gas sucio. Sin embargo, sin él, no habría vida en la Tierra, ya que no se produciría el efecto invernadero. El problema es que nunca antes se había registrado un aumento tan rápido de este gas como ahora. Y eso que en el Jurásico, la concentración de CO2, según las gráficas de Geocarb III, era hasta diez veces superior a los niveles actuales, debido al carbono expulsado en las erupciones volcánicas y al choque entre placas. Aunque entonces, no había vida humana. Con el fin de disminuir las emisiones de CO2 a la atmósfera y dar un nuevo uso –y un buen lavado de imagen– a este gas, Bayer acaba de inaugurar una planta piloto en Alemania que producirá plástico a partir de CO2.
En concreto, en la planta se utilizará un producto químico, que Bayer prefiere no desvelar por el momento, al que se añade CO2 y que después se «convertirá en poliol, uno de los componentes necesarios para la producción de poliuretano, además del isocianato», explica Christoph Gürtler, deBayer MaterialScience AG.
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La compañía es precisamente uno de los mayores fabricantes de este material plástico, que se utiliza hoy como aislante térmico de viviendas (que permite ahorrar 70 veces más energía de la que se emplea en su producción), como material para hacer asientos, sofás, colchones o incluso en el volante del coche, en esquís o en balones de fútbol, por ejemplo. Es decir, que utilizarán este gas como materia prima. De modo que, no sólo se elimina este residuo, sino que se convierte en un recurso y se deja de emplear tanto finito y costoso petróleo. «Con este nuevo proyecto se podrá sustituir una parte de los materiales fósiles, aunque no todos por el CO2», asegura Gürtler.
Pero para ello, obtendrán este gas del generado por la empresa de suministro eléctrico RWE, colaboradora del producto junto con la Universidad Técnica de Aquisgrán (Alemania) y el Centro de Catálisis CAT. En concreto, el gas procederá de la planta térmica de lignito que tiene RWE Power en Niederaussem, donde la eléctrica concentra sus instalaciones para la extracción del CO2 de los gases de combustión mediante la técnica de lavado, y que después se transportará a la planta piloto, informan desde Bayer España.
¿Cómo se hace?
A continuación, se fabrica, gracias a este gas, el poliol. «Incorporaremos una considerable cantidad de CO2 comprimido de un sistema de lavado que está en el rango de dos dígitos», calcula Gürtler. Para su producción se alimentan las materias primas líquidas con bombas de alta presión y se mandan a un cabezal mezclador, donde, como su propio nombre indica, se mezclan y se dosifican al molde. Después, estos materiales se probarán en otra planta de Bayer MaterialScience, donde se fabricarán sobre todo espumas flexibles y rígidas de este material plástico. En definitiva, el proyecto pretende que el dióxido de carbono sea una alternativa al petróleo, que en la actualidad es la principal fuente para la industria química.
Y no es la primera vez ni la última que se emplea este gas para producir algo. De hecho, «España lidera un proyecto de más de 26,4 millones de euros en el que se investigan nuevos usos del CO2, gas capturado en las fuentes de emisión como plantas de generación eléctrica y otras, y que, por tanto no iría a la atmósfera», explica Lourdes Vega, directora de I+D de Carburos Metálicos y Matgas y autora del libro «El CO2 como recurso: de la captura a los usos industriales».
En SOST-CO2, un proyecto de Cenit en el que participan 14 empresas españolas y 29 centros de investigación, liderado por Carburos Metálicos, no sólo se buscan materiales que permitan hacer la captura de este gas de forma más eficiente, también investigan «su empleo en el cultivo de microorganismos fotosintéticos (algas), que luego se convertirán en biocarburante, así como para hacer la fotosístensis de forma artificial. Además, se investiga su uso para producir omega 3, para extraer biodiésel de las algas o para emplear CO2 en el tratamiento del agua», detalla Vega. «En concreto, respecto a este último punto –prosigue– , están estudiando cómo al agua desmineralizada (el agua desalada, por ejemplo) hay que darle minerales para que sea potable, y una forma es añadir CO2 en su versión carbonato.
Nuevos productos e I+D
Además, el gas permitiría tratar las aguas residuales, ya que el CO2 cambia el PH de estas aguas, por lo que hace que los componentes, o muchos de ellos, se precipiten hasta el punto de que el agua residual quede depurada. De hecho, en un proyecto, junto con la Universidad Autónoma de Barcelona, se están sustituyendo los compuestos clorados por el CO2, ya que se sabe que es incluso mejor para la salud de los nadadores profesionales».
«En el mundo se generan 25 gigatoneladas de CO2 al año, y sólo se usan 125 megatoneladas. El objetivo es evitar que se emita e incrementar la cantidad de CO2 que se pueda utilizar del capturado en nuevos procesos industriales», explica.
Hoy, se utiliza este gas en múltiples sectores, que van desde la alimentación hasta el agua, pasando por fármacos, por ejemplo. Así, el uso más conocido es su empleo en extintores de anhídrido carbónico (los rojos que están en las viviendas).
«En el proceso de producción de la aspirina, en los fertilizantes o incluso en los CD se utiliza CO2. En el sector de la alimentación, lo emplean para conseguir las burbujas de las bebidas carbonatadas –para dar el toque de gracia– a la Coca-Cola o al cava. También está presente en las ensaladas envasadas, por ejemplo, para preservar los alimentos. Esta cantidad de CO2 es pequeña y una vez abierto el producto, el gas sale a la atmósfera. Es decir, que no se elimina, pero al reutilzar el CO2 no se utilizan otros productos u otros gases para esto. También se utiliza en condiciones supercríticas para la obtención de la cafeína o para sustituir a la acetona como disolvente u otros compuestos nocivos, por ejemplo. O para hacer nanopartículas con usos biomédicos», concluye Vega.
En resumen, que el CO2 tiene un potencial enorme y diverso. En algunos casos su uso supone menos emisiones, en otros huella neutra y en otros, aunque vuelve a la atmósfera, evita emplear otros productos. En el caso de los polímeros con este gas, lo que se reduce es la cantidad de petróleo que se requiere para producir un material plástico.
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