Una de las cuestiones que surgen al considerar la capacidad de otros planetas para albergar vida es precisamente la de saber si es posible la existencia de organismos que vivan completamente aislados e incluso sin acceso a la luz del Sol, como el caso de esta bacteria.
Es el primer ecosistema jamás encontrado que conste de una sola especie. Fue hallado bajo 2.800 metros de sólida roca, en el corazón mismo de una mina de oro sudafricana, cerca de Johannesburgo. Su habitante único es una bacteria en forma de bastoncillo, bautizada como Desulforudis audaxviator y que es capaz de vivir en el más completo aislamiento, en la más total oscuridad, sin oxígeno y a una temperatura de 60 grados centígrados, alimentándose del hidrógeno y los sulfatos producidos por la desintegración radiactiva del uranio del terreno que la rodea.
Debido a su tremenda soledad (no se ha relacionado jamás con ningún otro ser vivo), esta auténtica heroína de la vida ha tenido que ingeniárselas para construir por sí misma las moléculas de su organismo. Y lo ha hecho sin agua, a base de carbono inorgánico y otros elementos que ha conseguido aprovechar (como el amoniaco) de las rocas de alrededor.
Durante su largo viaje de miles de años hacia las profundidades de la tierra, la evolución ha ido dotando a este extraordinario organismo con una serie de genes que le han permitido desarrollar capacidades únicas, gracias a las que ha conseguido hacer frente a un amplio abanico de condiciones hostiles.
Muchos de esos genes son del mismo tipo de los que se encuentran en «archaea», un dominio de la vida recientemente descubierto, y por completo diferente a los otros dos (bacteria y eukaria, al que pertenecen todas las criaturas formadas por células con núcleo). El estudio, que se publica hoy en la revista Science, ha sido dirigido por Adam Arkin y Terry Hazen, del Berkeley Lab y por el Instituto de Astrobiología de la NASA.
El microorganismo fue descubierto en una muestra de roca obtenida de la mina de Mponeng, y su extraordinario genoma secuenciado y analizado con una técnica denominada «genómica medioambiental» o «metagenómica».
Una de las cuestiones que surgen al considerar la capacidad de otros planetas para albergar vida es precisamente la de saber si es posible la existencia de organismos que vivan completamente aislados e incluso sin acceso a la luz del Sol. A partir de ahora se puede responder a la pregunta con un «sí». Varios de los investigadores que han tomado parte en el estudio se han mostrado entusiasmados con la idea de que todo lo necesario para la vida pueda estar «empaquetado» dentro del genoma.
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Fuente: ABC
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